
La economía no era una ciencia particularmente apreciada por los doctrinarios del NSDAP y, sin embargo, debieron estudiarla para entender sus mecanismos. Hacia 1919-1920, Hitler ya había comprendido que la economía era esencial para la gestión de las comunidades y para la forja de su destino. Sus criterios, inspirados por Gottfried Feder, influyeron a su vez, sobre una generación de economistas cuyo principal mérito consistió en no perder de vista en ningún momento los objetivos finales de la economía: asegurar a la población, estabilidad, prosperidad y felicidad.
Impresionados por la magnitud del desastre económico mundial de 1929, los economistas del NSDAP y de Die Tat, dieron diagnósticos correctos sobre el desplome y propusieron remedios. A partir del 30 de enero de 1933, tuvieron la posibilidad de ponerlos en práctica y demostrar que las fórmulas con éxito solamente pueden partir de análisis correctos. La economía fue el primer frente que tuvo que afrontar la Revolución Nacional-Socialista. En este volumen hemos intentado sintetizar sus principios, su lugar y sus realizaciones.