
La vida de Arnaldo fue por parte del Duce, una manifestación de afecto fraterno tan conmovedora como esperada ya que nadie preveía tanta solicitud de valoraciones precisas y tan cuidada transparencia de estilo en la dura y dinámica labor de guiar a Italia y a menudo al mundo.
Era necesario distraerse y buscar en el fon do del corazón el eco de una asidua bondad inteligente y fiel, e innumerables útiles obse quios al alto comando y a sus enormes responsabilidades.
Era necesario despertar en los nervios las jornadas heroicas y convulsas de pasión del escuadrismo milanés en torno al "Popolo d'Italia", entonces manejado administrativamente por el buen Arnaldo férreo y cuerdo.
[...] Provisto de una fe ardiente en el herma no, que rápidamente se identificaba con la grande pero crucificada Italia de Vittorio Veneto, trabajaba cada día para nutrir y reforzar esa hoja que debía convertirse en suya casi contra su voluntad.
Cuando el Duce después de haber dirigido y recapitulado las luchas escuadristas contra el social-comunismo, llevó sus victoriosos Fas cios de Combate a Roma, su hermano Arnal do asumió la difícil tarea de hacer en un ar tículo de fondo cotidiano las veces de un genio ya mundialmente aureolado.
Sus escritos cada día más clarividentes y sintéticos suscitaron una súbita admiración literaria para aquél que consideraban, antes, tan sólo un contador excelente.
Era necesario distraerse y buscar en el fon do del corazón el eco de una asidua bondad inteligente y fiel, e innumerables útiles obse quios al alto comando y a sus enormes responsabilidades.
Era necesario despertar en los nervios las jornadas heroicas y convulsas de pasión del escuadrismo milanés en torno al "Popolo d'Italia", entonces manejado administrativamente por el buen Arnaldo férreo y cuerdo.
[...] Provisto de una fe ardiente en el herma no, que rápidamente se identificaba con la grande pero crucificada Italia de Vittorio Veneto, trabajaba cada día para nutrir y reforzar esa hoja que debía convertirse en suya casi contra su voluntad.
Cuando el Duce después de haber dirigido y recapitulado las luchas escuadristas contra el social-comunismo, llevó sus victoriosos Fas cios de Combate a Roma, su hermano Arnal do asumió la difícil tarea de hacer en un ar tículo de fondo cotidiano las veces de un genio ya mundialmente aureolado.
Sus escritos cada día más clarividentes y sintéticos suscitaron una súbita admiración literaria para aquél que consideraban, antes, tan sólo un contador excelente.