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Descripción

1a edición, Editorial EAS (2023)

Tapa blanda

15cm x 21cm, 176 páginas

 

Entonces, el corporativismo ¿no es una idea obsoleta? A partir de 1945, Europa rechazó de manera explícita el concepto, la palabra y las teorías que abarca. Esto es tan cierto que, aunque ligados al corporativismo de asociación, la mayoría de los representantes del catolicismo social prefirió emplear la expresión más neutra de “organización profesional”, la cual no implica un sistema concreto. Los autores del libro demuestran todo lo contrario.

Antiguo colaborador directo de Giorgio Almirante, el líder del MSI en los años 1970-1980, y cofundador del Instituto de estudios corporativistas en Roma, Massimo Magliaro opone con facilidad la ideología (sistema de pensamiento cerrado y utópico) a la doctrina (sistema abierto de valores encarnados en una comunidad de sentido). Así, considera el corporativismo como una doctrina bimilenaria cuyos orígenes se remontan a los “colegios” (de oficios) de la Roma republicana de la antigüedad.

Gabriele Adinolfi nos recuerda, a propósito del corporativismo, que “la propaganda de izquierda siempre lo ha utilizado para señalar el egoísmo de categoría que haría imposible la lucha colectiva”. Insiste, en particular, en la experiencia corporativista del Ventennio mussoliniano. Explica que, en el momento álgido de la gran crisis de 1929, la Italia fascista se benefició siendo “la economía del mundo que tuvo menos catástrofes derivadas de esta crisis y que más protegió a los grupos sociales más débiles”. Se comprende mejor así por qué el ejemplo italiano interesó tanto a los economistas menos conformistas.

¿El corporativismo deriva de la célebre “tercera vía”? Por supuesto, estima Bernard Plouvier. Incluso inscribe el “corporativismo tercerista” en la corriente más genérica del “populismo”. En un segundo texto, Bernard Plouvier, como antiliberal consecuente, sostiene, con razón, que “el Estado corporativista tiene como único objetivo gestionar el bien común tan correctamente como sea posible”.

Bastien Valorgues (del prólogo)