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Descripción

3a edición, Editorial Tradición (1995)

Tapa blanda

13.5cm x 21cm, 91 páginas

 

Nadie mejor que un sacerdote de alma sacerdotal —hay que especificarlo ahora que pululan los sacerdotes de alma marxista—; nadie mejor que un ejemplar jesuita como el P. Macías para esculpir la más digna estatua de Cuauhtémoc.

Porque, aunque no puede negarse que Cuauhtémoc es un héroe al defender a su feroz patria hasta el último extremo, no obstante lo que hacía con el propósito menos implícito de continuar el inhumano, suicida y satánico culto del insaciable Huichilobos, se debe considerar —y el primero en hacerlo es el P. Macías— que infinitamente mayor es el heroísmo de Cuauhtémoc ya vencido por el audaz genio de Cortés, feliz instrumento de los planes misericordiosos de Dios y de María sobre esta tierra de "altares ensangrentados".