2a edición, Ediciones Ojeda
Tapa blanda
12cm x 18.5cm, 64 páginas
Se trataba de gente extraña, propensa a quejarse lastimeramente de las horrendas persecuciones que les habían infligido todos los pueblos de la tierra en todas las épocas y lugares. No eran una raza decían- ìsólo una religiónî. Huían de Europa, a la que odiaban por su intolerancia. Sólo pedían quedarse en la isla de la Esperanza, para trabajar, ìen paz y amorî junto a los nativos. Tras corta deliberación, el gobierno de la isla les permitió quedarse y, dado su comparativamente corto número --que apenas representaba el uno por ciento del total de la población de Esperanza- incluso se les concedió el derecho de ciudadanía.