1a edición, Editorial Tradición (1975)
Tapa blanda
14cm x 21cm, 383 páginas
Salazar creó un régimen absolutamente contrario a los régimenes que aunque se llamen democráticos son totalitarios, pues, como él mismo decía, obran como si fueran "principio y fin de sí mismos", hasta caer en estado de verdadera locura, por romper su dependencia de "leyes superiores a la ley", por negar la "regla moral preexistente y superior al Estado", única regla que puede mantener al gobernante -inclinado siempre a extralimitarse y deificarse- en estado de cordura.
Toda la doctrina del nacionalismo salazariano cabe en el precepto de "hacer vivir al país normalmente": era "la voluntad de mantener y desarrollar en la nación lo que es necesario para la vida normal".
Luchó por la extinción del partido comunista -extinción no sólo legal sino real-, del partido "movido desde el exterior", que "parodiando a la raza elegida, hace la promesa sacrílega a todos los pueblos de la redención del crimen". Traducción a cargo de Carlos Abascal.