Descripción
1a edición, Ediciones Ojeda
Tapa blanda
12.5cm x 18cm, 170 páginas
Los hombres del Dinero nunca tuvieron interés en la salud física y moral de nuestras patrias. Su interés consistía en tratar con poderes locales débiles y, si era posible, venales. Por eso mismo, la moderna democracia fue su instrumento. Todo poder fuerte era una amenaza para ellos porque podía imponerles sus leyes. Todo poder real del pueblo les inquietaba, porque podía reclamar la justicia. Todo lo soberano les repugnaba porque les era inaccesible. Así, pues, dividieron para reinar. El régimen de partidos les ofreció esta oportunidad. Necesitaban un poder constantemente cuestionado, discutido, incluso vilipendiado; unos hombres que tuvieran necesidad de ellos para "hacer carrera".
El mecanismo fundamental de nuestros regímenes es, pues, el reclutamiento, por medio del sufragio universal, de una casta de gobernantes. El sufragio universal, que debía fundar una democracia, es decir, el poder del pueblo, funda de hecho una oligarquía, es decir, el poder de una casta que el pueblo cree designar. Es decir, que esos diputados que creemos elegir están, en realidad, preseleccionados; nos son, en verdad, impuestos por la casta gubernamental, la cual, actuando como todas las oligarquías, obrará lo que le venga en gana. La gente cree vivir en un sistema de sufragio universal cuando, en realidad, vive en un sistema plutocrático de cooptación.
¿Por qué sucede todo eso?, se preguntan todos. Buscar las causas, hay que metérselo bien en la cabeza, no es tarea de aficionados. Esto concierne exclusivamente a los especialistas. Y si de algún espíritu inquiero y rebelde incurre en el imperdonable error de pretender pensar por su cuenta, ya se ha inventado la llamada Ley del Bozal, que castiga adecuada y ejemplarmente a los recalcitrantes.